Silencios que Gritan: Cuando la Comunicación Hace o Rompe un Proyecto

Hace unos años, trabajaba en un proyecto que prometía ser un “éxito seguro”. Teníamos un equipo técnico brillante, recursos aprobados, y un cliente entusiasta. El proyecto era una migración de cartera para una entidad financiera que buscaba modernizarse. Todo parecía alineado… hasta que dejó de estarlo.
No hubo un gran error técnico. No explotó ningún servidor.
Lo que pasó fue mucho más sutil y, a la vez, devastador: fallamos en comunicarnos bien.
La llamada que nunca llegó
Todo comenzó con una simple reunión que no se tuvo. El equipo técnico desarrolló una funcionalidad porque "se entendió que el cliente lo había pedido así". El cliente, por otro lado, asumió que esa funcionalidad era de otra manera. Nadie validó. Nadie preguntó. Nadie confirmó. ¿El resultado? Dos semanas de retrabajo. Frustración acumulada. Credibilidad perdida.
El problema no fue la decisión técnica. Fue la cadena de suposiciones que se formó en el vacío de una conversación que nunca existió.
Comunicación no es solo hablar
En gestión de proyectos, solemos caer en la trampa de pensar que comunicar es simplemente enviar correos, compartir archivos, armar presentaciones o tener reuniones diarias. Pero la comunicación efectiva es mucho más: es asegurarnos de que el mensaje llegó, fue entendido y se convirtió en acción.
Y aquí está el truco: una mala comunicación no siempre es evidente hasta que es demasiado tarde. Como el silencio que precede a una tormenta.
El proyecto que se salvó… gracias a una pausa
En otro proyecto, completamente distinto, estábamos entrando en zona crítica. El equipo estaba cansado, el cliente estaba impaciente, y las reuniones semanales se habían vuelto una serie de monólogos sin alma. Pero un martes cualquiera, cambió el rumbo: Nos detuvimos y en lugar de hablar de avance, la propuesta fue hablar de cómo nos estábamos comunicando.
Silencio.
Y luego, una avalancha de comentarios: que no se estaban entendiendo los entregables, que los correos no respondían las dudas reales, que las reuniones no había participación suficiente del negocio.
Ese día no se habló de avance del desarrollo, pero se salvaron las relaciones, y por ende, el proyecto se reencarriló. Fue de las conversaciones más productivas del proyecto. Porque la comunicación no es un entregable más. Es el pegamento que une todo lo demás.
Los 5 enemigos silenciosos de la buena comunicación
Aprendimos y seguimos aprendiendo en CreditForce que la comunicación puede tener enemigos muy astutos. Aquí te dejo cinco que deberías vigilar en tu día a día como PM:
- Asumir en vez de preguntar: “Seguro esto es lo que quiso decir.” Nunca es seguro. Pregunta
- Informar sin confirmar: No basta con decir algo. Hay que asegurarse de que se entendió y se asumió.
- Hablar solo desde lo técnico: No todos entienden el código o las APIs. Hay que traducir y adaptar el mensaje.
- No tener espacios reales para retroalimentación: Si tus reuniones son solo para pasar lista, no estás escuchando.
- El miedo a decir las cosas incómodas: Decir “esto no va bien” a tiempo puede salvar semanas de trabajo.
¿Qué podemos hacer diferente?
En CreditForce, hemos aprendido que la mejor manera de evitar estos errores no es con más reuniones, sino con más intención comunicativa. Aquí van tres prácticas simples, pero potentes:
- Check-ins personales cortos pero frecuentes. No todo se habla en una daily.
- Resumen de acuerdos por escrito. No para cumplir con el proceso, sino para garantizar claridad.
- Espacios seguros para decir lo que incomoda. Porque no todo se resuelve en un Excel o un correo.
Reflexión:
En la vida de un proyecto, la buena comunicación no es un "plus", no es algo “bonito de tener”. Es la estructura invisible que sostiene todo lo demás. Puedes tener al mejor equipo técnico, un cronograma impecable, y herramientas de última generación… pero si no hay conversaciones claras, humanas y honestas, todo se tambalea.
Los proyectos no se caen solo por errores técnicos. Se caen por los no dichos, por los malentendidos nunca aclarados, por los correos que nadie leyó, por los silencios incómodos que nadie rompió.
Como project managers, tenemos una responsabilidad: traducir realidades, ser puentes entre mundos distintos. Somos quienes deben tener el coraje de hacer las preguntas incómodas, de frenar la marcha si hace falta aclarar el camino, de crear espacios donde todos (clientes, desarrolladores, usuarios) puedan hablar y sentirse escuchados.
Porque cuando se comunican las expectativas, se alinean los esfuerzos. Cuando se escucha, se previenen errores. Y cuando se habla con claridad y respeto, los proyectos no solo avanzan: florecen.
Así que la próxima vez que estés frente a una planificación, una reunión, un entregable o un simple mensaje… pregúntate:
¿Estoy construyendo claridad o solo estoy llenando el espacio con palabras?
La diferencia entre el éxito y el caos muchas veces no está en lo que decimos, sino en lo que decidimos no callar.
Yendry Sánchez
PMO Manager, CreditForce