De la idea al producto

Imagínese a Juan. Un tipo apasionado por la tecnología, de esos que se le iluminan los ojos cuando habla de crear cosas desde cero. “Lo más emocionante de trabajar en tecnología es que uno agarra una idea medio loca y ¡pum!, la convierte en algo que funciona. Un reporte, una app, lo que sea”. Y ahí está la magia.

 

En CreditForce, se hizo clic. "¿Y si dejamos de solo entregar código... y empezamos a pensar en productos?", se preguntaron. ¡Boom! Cambio de chip.

 

Pensar en producto, vivir para resolver dolores

Según Juan, un producto sin propósito es como un mapa sin destino. “Un buen producto alivia dolores reales”, nos cuenta, “como cuando usted asocia su número de teléfono a su cuenta bancaria y ya no tiene que memorizar 20 dígitos para hacer una transferencia”. Un golazo para el usuario.

 

Pero no se quedó ahí. Cree que hay productos que incluso crean nuevas necesidades. “Antes nadie pedía stories en todas las redes sociales... hasta que alguien lo hizo y ahora no podemos vivir sin eso”. Tiene razón, ¿no?

 

Modelo de negocio: el GPS del producto

Ahora, pongámonos serios (pero no aburridos). Juan lo dice claro: “Usted puede tener la mejor idea del universo, pero si no sabe cómo hacer plata con ella, termina en el museo de las ideas que nunca despegaron”.

 

Por eso, se enfocaron en afilar el modelo de negocio: saber cuál es la propuesta de valor, quién es el usuario, cómo va a llegar a él... y algo muy cool: entender si está en un océano rojo o azul. En los rojos, se pelea a codazos con mil competidores. En los azules, navega aguas nuevas... pero sin GPS. Desafío aceptado.

 

Validar, iterar, sobrevivir

Las ideas no son intocables. “Valide con usuarios reales, itere, y si algo no cuadra… ¡a cambiarlo!”. Porque si no evoluciona, el producto muere. Literal. Nada de enamorarse del código, enamórese de querer un producto cada vez mejor.

 

Además, el feedback —ese que a veces duele— es oro puro. Juan lo dice con una sonrisa: “Ese feedback inesperado es el que más le hace crecer a uno, porque da ángulos que ni se había planteado. Y además, hace que el usuario sienta que el producto también es suyo”.

 

Retos: tecnológicos y mentales

No todo es color de rosa, el avance de la tecnología es brutal. Hoy crea algo y mañana ya hay una versión mejor, más rápida, más barata. “Actualizarse es parte del juego”, dice.

 

Y a nivel estratégico, lo desafiante es mantener la visión clara sin quedarse rígido. “El usuario cambia, el mercado cambia... uno también tiene que cambiar”.

 

¿Y cómo priorizar en medio del caos?

Aquí entra en juego la famosa matriz de priorización. Seguridad, auditorías, regulaciones, oportunidades de negocio, valor al cliente... todo entra en el tablero. Pero el truco es integrar la mirada de la gerencia general: “Ellos ven el bosque cuando uno está metido entre los árboles”.

 

Una gran lección

Al final de la conversación, Juan se queda pensativo y lanza su frase estrella:

“La clave es tener clarísimo quién es su usuario final. Todo —el diseño, el desarrollo, el negocio— tiene que girar alrededor de esa persona.”

 

Al final del día, no se trata solo de construir productos. Se trata de transformar ideas en impacto, frustraciones en soluciones, usuarios en aliados. 

 

¿Y usted? ¿Qué valor está generando hoy con su producto, su equipo, su visión?

Nos encantaría leer su experiencia, su punto de vista, esa anécdota que solo alguien que ha estado en la trinchera puede contar.

 

Déjenos su comentario acá abajo. Hablemos de lo que nos mueve, nos frustra, nos inspira.

Que este blog no sea solo un espacio para leer… sino para conversar, aprender y crecer juntos.

 

Entrevista a Juan Monge, CTO de CreditForce
Por Yendry Sánchez, PMO Manager | Blog Centro de Control

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